viernes, 27 de agosto de 2010

Oscuridad

Incluso en la más oscura de las sombras habita una minúscula luz, pues no sería sombra tal si no existiera claridad. Cuán inconmensurable nos resulta el vacío mientras vagamos de aquí a allá en los suburbios de la oscuridad, buscando la salida del submundo en que tan involuntariamente hemos sido adentrados. Salida que, tal vez, no exista.

Quizás la propia salida sea permanecer dentro, dejar que nazca la luz en la sombra. El rumor del silencio se apodera de todo, tiñendolo de todos los colores entre el blanco y el negro. Después oscuridad. Sólo eso y nada más. Mas tan sólo quizás.

De la nada surgida, a través de un desgarro en al negro manto de la melancolía, se cuela sin permiso un destello que devuelve a la estampa a todos los habitantes del círculo cromático.

Y es justo en ese momento exacto cuando le miras a los ojos, desafiante y curioso. Altivo, te mira y te reprende:

- Ya era hora - dice el color rojo.

- Mi tren se ha retrasado - contestas.

[...Aún así, no vendas la piel del oso antes de cazarlo...]

Pende queriendo caer

Como la rosa en su cabello pende queriendo caer, me encuentro envuelto tan sólo por un delicado velo esperando encontrarme con ésta en el suelo. Más dura será la caída cuanto más asciendas, y hoy no tengo ganas de ascender si no es con alguien. He muerto demasiadas veces y demasiadas veces he tenido que resucitar, más veces de las que podría desar, cualquier persona podría desear.

Solo necesito un gesto con la cabeza, un sígueme firme, una caricia sin tapujos, un abrazo con la piel desnuda, el roce de unos labios con mi corazón.

[...Pendiente de un pelo, como la espada de Damocles...]